i quit

en efecto, lo dejo, y para siempre. he decidido abandonar, de hecho superar, el más grave y persistente de mis numerosos vicios. me imagino que estarán todos ustedes pensando en el trago y esperando oír en cualquier momento la cabalgata cada vez más atronadora de los cuatro jinetes, pero no, no hablo del trago. lo que estoy firmemente resuelto a eliminar de mi vida no es otra cosa que la diet pepsi (en ocasiones, y en contra de la férrea tradición familiar, diet coke).

en la academia lo más normal es la adicción al café, pero yo nunca le he encontrado el gusto a ese brebaje, de hecho no me agradan las bebidas calientes en general. cuando cumplí los doce años decidí que ya era un hombre y exigí que se me tratara como tal en casa, café matutino incluido, a imagen y semejanza de mi señor padre... la adultez me duró dos o tres días como mucho, sin embargo, y más pronto que tarde volví a mi infantil vaso de leche fría. ¿de dónde sacar la cafeína indispensable a la hora de leer y escribir todo lo que uno tiene que leer y escribir, o pretender leer y escribir, en esta absurda profesión de estudiante eterno? pues de la pepsi, a imagen y semejanza de mi señor padre también, o un tanto sacrílegamente de la coca-cola. y, desde el pronunciado engorde de los veintitrés o veinticuatro años, de las versiones dietéticas de ambos refrescos.

pero ha llegado la hora de decir basta. la única excepción será, precisamente, el cubalibre. y no, madre, no: aunque me gusta mucho el ron con cola, no suelo beberlo sino de higos a brevas, es más, desde que me fui de españa me dedico casi en exclusiva a la cerveza, de modo que la citada salvedad no desmerece esta sincera empresa de purificación, y por si acaso no se trata tampoco de un truco para justificar un mayor consumo de ron. ya les contaré cómo se vive la vida sin ir todo el tiempo bajo los efectos de estas dos poderosas drogas de curso legal.

vicios, diet pepsi, diet coke